La salud mental del paciente con dolor crónico: abandono o falta de preparación.

(Tiempo de lectura aproximada 5 minutos)

Como indiqué en la entrada anterior, este año me está constando escribir en el blog, más que ningún otro, cuando siempre este espacio ha sido una válvula emocional y de todo tipo. No sé si será cosa del refrán: «Año bisiesto, año siniestro», pero quizá puede haber algo de verdad.

En mi caso particular el dolor facial, en forma de macabra neuralgia trigeminal postraumática, ha dado un giro de 360 grados. En el sentido de volver a sentir y sufrir el dolor que comenzó allá en el siglo pasado, cómo suena, en 1994. Siento que ha regresado de igual manera, forma, intensidad, con todo lo que conlleva en las esferas física y mental, pero con el amargo conocimiento de saber qué supone y estar en una edad que no era la de entonces.

Por ese motivo, he dejado para más adelante una entrada que tengo pensada sobre cómo nos afectará la nueva normativa de discapacidad, y retrasé la anterior de inteligencia artificial. Ya lo he indicado en varias ocasiones y hasta he escrito sobre el tema, porque no me gusta acudir a los términos o al uso de metáforas bélicas, si bien estas semanas y hasta meses pasados sí, he notado que mi cuerpo lo estaba haciendo. ¿Qué? Luchar para soportar, aguantar, seguir, vivir… un día tras otro un dolor que ya conoces bien, aunque no por ello soportas, ni mejor o igual, porque ahora no soy la joven de 26 años, ni la de hace diez años y ni siquiera la del año pasado.

Desde que apareció esta nueva versión, bueno nueva no, solo que ha revivido con lo que ello supone, una pregunta en mi cuarteada mente: ¿Por qué?

¿Por qué volvía de nuevo con esa furia e intensidad?, ¿qué había hecho o no para detonarlo, para encenderlo? Aunque nos indican que no lo hagamos, que no somos culpables, y solo hacerlo nos atormenta más, mi mente rumiadora lo hace en demasía y sin fuerzas Unas que durante este tiempo solo he empleado en aguantar y aguantar, el resto quedaba en un segundo plano.

Como he leído hace poco a una amiga y compañera de nuestra plataforma de Facebook, Teresa, el dolor agota, y qué cierto. Nos hemos acostumbrado, ¡cómo suena y es triste!, a vivir o sobrevivir con dolor, pero estamos agotados y los años no perdonan. Las fuerzas flaquean y con ello la mente vuelve a caer y desmoronarse. A romperse cuando ya no quedan más trozos sanos.

Quienes llevamos tanto tiempo soportando esta maldita enfermedad, e igualmente los nuevos, ya hemos superado que nos digan que el dolor está en nuestra mente. Claro que lo está, es la otra vertiente de ese sufrimiento emocional, con el que comencé hace años este blog. No nos lo imaginamos, ni estamos somatizando el dolor. Sabemos, perfectamente, que un nivel elevado de dolor nos rompe en la esfera emocional, y que esta al tiempo incrementa el dolor. La famosa pescadilla que se muerde la cola. ¿Cómo salir del maldito bucle?

La mayoría hemos caído en una depresión, que al igual que el dolor lleva sus temporadas: peores o menos malas. Y cuántas veces podemos rompernos y seguir.

Y a la par mucho se habla ahora de la importancia de la salud mental, de la necesidad de dotarle de  medios, recursos, de más psicólogos y psiquiatras. En nuestro caso, son los que nos tienen o deberían sujetar o sostener en un devenir sin fin, y así no terminar, como ha pasado con algunos compañeros, en el sueño eterno en el que ya solo nos queda su recuerdo. Ahora bien, estos especialistas han de estar familiarizados en dolor crónico, no solo ante un duelo, o un dolor por una perdida ocasional. Porque al igual que hay profesionales en dolor físico, los psicoterapeutas deberían estarlo en el dolor que nos consume, ante un duelo que tiene el adverbio “siempre”. Por ello, no somos diferentes, si bien nuestros problemas de salud mental cuentan con un base, que no siempre está en otras enfermedades mentales.

Encontrar a los citados especialistas en la materia resulta más que complicado, y solo las unidades de dolor multidisciplinares de dolor cuentan con ellos. El resto nos derivan, directamente, a salud mental y aquí entra la suerte o no, o que dispongas de los recursos para afrontar o acudir a un especialista privado, porque no hay medios para todos en la sanidad pública; pese a las promesas de aportar más y mejores medios.

En estos meses de ausencia mi última visita al psiquiatra, que no es especialista en dolor, he de procurar olvidarla, aunque me cuesta. Recuerdo el nivel de dolor físico y mental con el que me acerqué, y le pedí ayuda y consejo al sentirme al límite en todo. Prefiero guardar su nula respuesta para mí (cinco minutos y más medicación) ante mi maltrecha mente.

Esta situación vivida, que se asemeja a la de tantos, y buscando un rato o periodo menos malo,  me ha motivado a escribir esta entrada. Y es que en materia de la salud mental me he dado cuenta, que aunque puedas permitirte acudir a un centro privado o solicitar una ayuda más intensa, en esos momentos en los que se derrumban los pocos cimientos que sujetan tu mente, no suele haber nadie preparado que esté al otro lado.

Esto me lo he vivido en primera persona y no me importa comentarlo, pues abrí este blog para ello. Y ello porque quizá tú que estás ahora leyendo estas palabras, te halles en una situación semejante. Ante el deseo de ponerme en manos de distintos profesionales, y en este caso, por la urgencia, privados, en el momento que indicaba que era un paciente de dolor crónico, no he recibido respuesta alguna. Igual no he preguntado en todos los que aparecen en cualquier buscador, pero sí en algunos reconocidos y famosos. Incluso pasado el tiempo y ante la ausencia de respuesta a los correos, volví a llamar y no les constaba mis peticiones. ¿Qué hacer?

Sí, considero que ni pagando por ello, quien se lo puede permitir, tampoco encuentra la escucha, respuesta o acogimiento que precisamos. Y romperse del todo es tan fácil.

Cómo no te vas a venir abajo, cuando al dolor físico le has puesto nombre, sabes que es ingobernable y que solo te queda esperar a que llegue el alivio, con los recursos que sean, y apuestas por lo que sea, ante el simple hecho de seguir. Pero quizá con la mente sí pueden o deberías encontrar el necesario apoyo y respaldo para continuar.

Ya lo he indicado demasiadas veces. No se trata de resistir y resistir sin más. Como pacientes, no podemos hacer más con el dolor físico. Simplemente, porque no está en nuestras manos, sino en la de los profesionales y la necesaria investigación. Si bien, en lo que respecta a la salud mental es otra cosa, porque aquí sí se puede actuar, incrementando las sesiones de terapia, buscando nuevos tratamientos, grupos de apoyo, o con la posibilidad de ir a un centro de salud mental, como he indicado. Ante la necesidad de encontrar un sentido a una vida que duele tanto, y quizá haya que reforzar con más sesiones individuales o de grupo, modificar o ajustar la medicación, que está al límite y te susurra abandona. No puede más y está a punto de colapsar, por afrontar un dolor que le desborda.

Pues no, la etiqueta de «paciente de dolor crónico», parece ser otro impedimento o desconocimiento para ciertos profesiones de la salud mental. Y digo ciertos, porque sí los hay, e incluso en el ámbito público con sus programas de investigación, o aquellos que se implican sin conocerte, solo por oídas, o porque quieren ayudar y acoger. Qué palabras tan importantes. Unas que me han acogido estas semanas tan negras

Cuando el dolor llama a tu puerta, y puedo hacerlo a la de cualquiera, entra como un tiburón, o nuestra conocida “Bestia”. Es un elefante en una cacharrería,  que destrozará todo lo que se encuentra en su camino. Al tiempo hará que tu mente se desborde y esa relación bidireccional que existe entre ambos, sin olvidar otros aspectos como el social, e incluso estructural, hace que el caos se apodere de todo tu ser.

No comprendo el abandono, así lo califico, que hay sobre la salud mental en todos los campos, pero en el que ahora nos interesa como pacientes de un dolor crónico, facial o de otro tipo, que se ha enraizado hasta lo más profundo, aún lo entiendo menos.

Quizá no estén preparados, o el tema en sí del dolor crónico como enfermedad no interesa tanto. Ya he denunciado aquí o en otros ámbitos que la salud mental está en proceso de desahucio. Cuando, por otro parte, proliferan los psicólogos y psiquiatras, pero es que el dolor físico no vende, no interesa, no es tema de tertulias o no tiene cabida en el lenguaje o en el día a día, ante ese insano positivismo naif. Cuando escuchas que es solo una tormenta que pasará, incluso que has de abrazar el dolor, pero qué dolor, es preciso especificar, porque una palabra tiene demasiadas connotaciones. Mientras, yo lo aprecio como si fuera una lepra contagiosa, y mejor dejarla para los interesados o los especialistas. También constato que a muchos no les comprenden en su círculo más cercano, y si esto es así, cómo nos van a acoger fuera de él.

Puede ser así, y lo asumimos. Ahora bien, por favor, doten a las unidades de dolor de los profesionales que sí están preparados o, por el contrario, la idea que me ronda desde hace demasiado tiempo, es que nosotros no merecemos la pena. Que nos tenemos que acostumbrar a vivir así, como hemos escuchado muchos, y lo que queda es incrementar el número de medicamentos de tu pastillero, hasta que tú decidas que fue suficiente.

Es la realidad, en lugar de escuchar, te endosan más medicación. Es un hecho, somos de los países que más ansiolíticos consumimos.

Como escribe Sánchez Mellado, Laura: «España ha sido el país con más consumo de ansiolíticos del mundo. Sale más barato quitar de la vista el sufrimiento ajeno recetando una pastilla que abordando sus causas». Y Sanidad anuncia un plan para revertirlo. ¿Cómo? ¿Con qué recursos?

Siempre se olvida el origen, en todo, y para nosotros no es otro que el claro incremento del dolor crónico, las cifras están ahí en España y fuera de ella. Mientras, me he dado cuenta de la cantidad de anuncios que hay para el dolor puntual, pero no se quiere hablar o debatir sobre el dolor crónico, ahora es más correcto denominarlo persistente.

Y volviendo al inicio, cuándo se anunció el plan de salud mental, en concreto la estrategia de salud mental 2024-2026, un plan ambicioso con 44 acciones que se puede consultar en el enlace. Que lo veamos en la práctica…, no sé. Escribiré de nuevo, si así es.

Al final seguimos como al principio, olvidados, abandonados y aún peor, porque por el tiempo ya no soportas lo que antes. Es la realidad, que como paciente sé y aprecio, pero no por ello me duele verla, sentirme como tantos desamparados o desahuciados, porque en la lotería de la vida, cogimos una papeleta con un valor añadido. De por vida, siempre, o hasta que aguantemos. Esperemos que la silla o sillón que usamos para conversar sobre nuestras emociones no se quede vacío.

«Cada hombre tenía en el corazón un vacío, una fisura, un sentimiento de abandono y de soledad», La llamada del ángel, Guillaume Musso.

Y este poema que escribió Octavio Paz entre el asombro y el desamparo.

Analfabeto

“Alcé la cara al cielo,

inmensa piedra de gastadas letras:

Nada me revelaron las estrellas”.

12 comentarios sobre “La salud mental del paciente con dolor crónico: abandono o falta de preparación.

    1. asi es, los pacientes con dolor crónico a veces creo que somos transparentes, nos derivan a una clínica del dolor, que es un anestesista que lo que hace es darte fármacos y más fármacos, no hay ningún soporte más como otras enfermedades con nombre propio que tienen fisios o psicólogos o higiene postural.Luego sales hasta la próxima visita que será dentro de seis meses,si entre medio la medicacion no funciona, y vas a tu medico de familia te dicen que te han derivado a una clínica del dolor, si te derivan a un psicólogo que no está coordinado con clínica del dolor, te dicen que ellos no son especialistas en dolor crónico.Y es el pez que se mueve la cola, falta coordinación y algo más que fármacos. Falta tenernos en cuenta como muchas más enfermedades que tienen un nombre propio.

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      1. Laura lo has descrito cómo es. Solo pocas unidades de dolor cuentan con Psiquiatría y psicología y claro han de atender a todos, imposible. Luego quieren derivar a todo paciente de dolor a atención primaria y este te manda a la UDO sin medios. No hay psiquiatras o psicólogos expertos en dolor, es un hecho y es que tampoco los quieren. Somos invisibles y muchos no lo soportan más, y les comprendo. Un abrazo.💙💙🫂

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  1. Yo solo puedo darte las gracias por continuar escribiendo este blog. La soledad del dolor es tan profunda, que encontrar un lugar donde otros sufren como yo, es un oasis.
    Nadie quiere ver el dolor ajeno. No saben qué hacer con él, les incómoda y les asusta. Tus seres queridos lloran al ver tus crisis de dolor y te sientes culpable por hacerles desgraciados.
    Nadie sabe qué hacer con el dolor mental. En mi caso a mi depresión intentaron contenerla con pastillas, ingresos, terapias de grupo con otros enfermos de diversa patología.
    Al final llegó el final, pero para mi desgracia, sobreviví, tras múltiples operaciones para recomponer todas mis fracturas, me quedé con un dolor neuropático crónico y una movilidad muy reducida.
    Y a seguir, despertando cada mañana con dolor, después de haber pasado un día con dolor. Gracias a quien inventó los somníferos, porque son las únicas horas que el dolor no está. Pero tampoco las disfruto, porque no me entero.
    El cariño de mi familia y mis pocos verdaderos amigos me hace seguir, pero estoy exhausta de esta lucha contra mi cuerpo y mi mente.
    Gracias por estar ahí, compañeros de fatigas. Perdonad este rollo.

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    1. Cristina 💜💜 el dolor compartido no es menor, pero ayuda a sobrellevarlo.
      Sin recursos, la gran pandemia de la depresión puede terminar con un episodio como el que has pasado. La vida te ha dado otra oportunidad, aunque con dolor y la oportunidad de estar a lado de quienes te quieren.
      Te comprendo, porque me pongo en tus zapatos. Nadie te puede juzgar y menos yo, por no ver la luz que a veces solo parpadea. Eres muy valiente al contarlo aquí y por ello te 🫂💙 y acojo. El sueño es nuestro único aliado y no eres consciente de ello. Lo necesitas como todos, como recursos que no llegan. Me alegra que estas palabras, te hayan servido para acogerte. Es mi intención o lo ha sido. Cuesta mucho seguir, no te lo voy a negar, pero hemos de buscar juntas una razónpara hacerlo. No dudes en escribirme, está el correo del blog y lo veo. 🫂🫂💚🫶

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  2. ¡Cuánta verdad!, mi querida Leo🫂. Al final es una mezcla de las dos cosas. Falta formación, no todos los profesionales de salud mental están preparados para tratar a personas con dolor crónico, pero es muy triste que encima de lo que uno sufre por su patología sienta ese abandono a su suerte cuando te derrumbas😔.

    PD: Recuerdo haber comentado tu post sobre IA, pero no está🤔

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    1. Querida Vero cuánto bien me haces siempre. Y es que si no podemos con lo físico, lo mental se nos hace más cuesta arriba. Luego aparecen personas que apuestan por nosotros, y toca asir esa mano. Las UDO con especialistas formados son escasas y deficitarias. No por su culpa. Es el sistema.
      Y es verdad, no quedaría grabado el comentario. No ye preocupes será cosa de la IA. Un abrazo amiga🫂🫂🐞🌸

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