Dolor crónico y estrés (Parte I).

Como el tema es el «estrés» y creo que hay mucho que decir, he decido no estresarme y tampoco a vosotros la segunda parte en unas semanas.

“Nuestro cerebro necesita (y se encarga de) que nuestra concepción del mundo nos parezca fiable, para que nos sintamos seguros, sino el estrés acabaría con nosotros” (Eduard Punset 1936, 2019)

Recientemente he leído varios artículos que abordan esta temática y antes de escribir la presente entrada he pensado como colocar los términos, es decir, primero estrés y luego dolor crónico, o como lo he hecho al final y ahora verán que tiene su ¿por qué?

El estrés es un mecanismo necesario en todos los seres vivos para sobrevivir, para adaptarse al medio, y per se no es negativo, es decir, hay un estrés positivo, calificado también como «eustrés» (aquel que nos mueve a alcanzar las cosas, a actuar, a ser más creativos, pensemos en ese águila que tiene que cazar). El problema está con aquel otro, el negativo, el que amenaza nuestra salud, y en nuestro caso compromete o incrementa el dolor con el que muchos vivimos a diario.

Como nos indica de forma tan clara la psicóloga Almudena Mateos, en tu vida sin dolor: “El estrés se define como el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara al organismo para la acción. No siempre es patológico, a veces es necesario ese proceso de adaptación para resolver las demandas de la vida, porque da la energía para sobrellevar situaciones como cambios laborales, responder a un examen…”.        

Ante las consecuencias tan negativas que ambos suponen no solo el dolor sino también para nuestro sistema inmunológico es necesario actuar frente a ambos, porque de lo contario se retroalimentan en una montaña rusa desenfrenada.

“El estrés, por consiguiente, disminuye la resistencia inmunológica, al menos de forma provisional, tal vez como una estrategia de conservación de la energía necesaria para hacer frente a una situación que parece amenazadora para la supervivencia del individuo”, Inteligencia emocional, (1995), Daniel Goleman.

Del mismo modo que se estudia el dolor crónico y los mecanismos para controlarlo, aliviarlo o llegado el caso curarlo, se hace lo propio con el estrés y aquello que lo desencadena, tratando de evitar que permanezca demasiado tiempo en tu vida. En este punto se debe llevar a cabo una terapia conjunta porque de lo contrario no terminas viendo ningún resultando y la bola de nieve se hace cada vez más grande, enraizando ambos en tu vida.

Vida (Pinterest)

Pues bien, entrando en el tema me doy cuenta que lo primero, o en la escala de actuación, debe estar el manejo del estrés con el objetivo de reducir el dolor crónico, y esto es irrefutable, no voy a negar la mayor. Aunque al tiempo me planteo ¿qué ocurre cuando es el dolor es el que en sí mismo me genera el estrés?, y en este punto no creo tampoco que se pueda discutir, si bien soy consciente que desde la psicología o desde otros ámbitos se diga que es más fácil controlar el estrés.

¡Que fue antes el huevo o la gallina!

No es algo que diga la que ahora escribe estas líneas, ya la mencionada psicóloga, la Dra. Almudena Mateos, nos recuerda que: “en los trastornos de dolor se dan las dos vertientes: el dolor produce estrés y el estrés incrementa el dolor, dándose así una situación imposible de resolver si no se afrontan los dos problemas”.

Menos mal que en este aspecto hay un punto de encuentro porque he escuchado de tantos profesionales, no psicólogos puntualizo, que mi problema se hallaba en mi forma de afrontar la enfermedad que provoca mi dolor, es decir, la neuralgia del trigémino. Sobre todo a mi falta de adaptación, y que tenía o mejor “debía” cambiar dicha forma de ser y actuar.

 ¡Qué hecho mal y sigo haciéndolo! En qué momento estás preparado para adaptarte a la “bestia” que vive en tu cuerpo, cuando durante demasiado tiempo has creído que se iba a marchar igual que apareció y ansias ese momento. Ahora ya sabes que no se irá, aunque ansías que si ha de quedarse lo haga con menos intensidad.

Melanie Thernstrom, en sus Crónicas del Dolor nos habla de la meditación, algo que se viene utilizando para controlar el estrés y considero que es un buen recurso. Si bien, como ella recalca haciendo referencia al doctor Mackey, «los monjes budistas necesitan estar treinta años sentados en una montaña para aprender a controlar su mente a través de la meditación. Nosotros estamos intentando acelerar ese proceso».

Evidentemente, escribo desde mi experiencia en el manejo de ambas realidades, sí realidades aunque ninguna de ellas se vean físicamente, pero tengan unos efectos devastadores en el cuerpo de cualquiera.

Antes de que el dolor crónico se instalara en mi vida, he de reconocer que el estrés estaba presente en la misma. En ese momento, trataba de terminar mi tesis doctoral, sí que fue una situación estresante. Ingenua de mí pensé que una vez leída, mi dañado nervio trigémino se iba a calmar, en consecuencia, el dolor bajaría en intensidad porque ya no tendría el mismo nivel de estrés. Esto no pasó, como otras tantas veces, eso sí mi experiencia no tiene que ser la de otros.

Dada la incidencia que tenía en ese momento el dolor neuropático, que no llegaba a entender y estaba disparado en un ascensor sin frenos, caí en una depresión provocada por aquel, en lo que calificaron un estrés postraumático, o quizá por mi falta de adaptación a algo que nadie me explicó. Algo que ahora trato de ver en la distancia y no por ello me provoca la misma tristeza.

Si bien ante el estrés procuro, aunque no siempre, manejar mis emociones y aquello que lo dispara, asumiendo que me debo adaptar sin tener que por ello resignarme. Algo cada vez más complejo de gestionar.

Volviendo al tema en sí mismo del estrés tendrán mucho que decir nuestros psicoterapeutas, que en definitiva conocen mejor no solo las técnicas para manejar el estrés, también al paciente que tienen delante.

Entre las estrategias o métodos que puede que trabajes con ellos, puedo hacer referencia a las más comunes y otras quizá más desconocidas (prefiero no poner enlaces salvo a aquellas poco conocidas porque no sabría cuál recomendar):

  • Conocer qué situaciones externas e internas influyen y la situación personal para manejar dolor y estrés.
  • Control de las emociones y la no anticipación.
  • Risoterapia, no hay mejor cosa en la vida que reír.
  • La relajación progresiva muscular según Jacobson, y entrenamiento autógeno de Schultz (este último método recibió una premio en el XIX Congreso SEDZaragoza 2019, Dr Toni Castel de Unidad de Dolor @hjoan23).
  • La meditación y el tan traído mindfulnees.
  • Feedback. Hasta hay alguna app para aprender a mejorar la respiración y poder controlar la ansiedad (Ejercicios de respiración (coherencia cardiaca en play store).
  • Interactuar, hablar y relacionarte (algo complicado con mi patología cuando tanto el hablar como el ruido desatan a la bestia de mi trigémino), etc.
  • La técnica de liberación emocional (e.f.t) o tapping.
  • La hipnosis[1].
  • No hay una lista cerrada, y podría indicar otras como las terapias musicales, que las he utilizado por iniciativa propia.

Señalo estas técnicas porque son las que me han enseñado y utilizo con mejor o peor resultado. El problema reside en que no todas las unidades de dolor cuentan con un psicólogo clínico y psiquiatra, por lo que debes acudir, quien se lo puede permitir al sector privado, necesitando un tiempo para que ambos, paciente y psicólogo comprendan cómo te afecta el dolor y el estrés y actuar en ambos frente y no solo en uno de ellos[2]. Lo ideal es que la unidad disponga de ellos, y sean una parte más del tratamiento y no un resorte final al que derivarte.

Todo esto es la teoría y está muy bien, el problema es ponerla en práctica y qué funcione. En mi caso como yo la denomino “la bestia”, mi trigémino, creo que se las sabe todas y ataca todos los frentes, lo asumo, tanto la incertidumbre, la incomprensión, y tantos “deberías” me estresan.

Y algo que no tendría que pasar, acudir a ciertas consultas de profesionales me estresa, por lo que muchas veces las evito o dilato en el tiempo. Es un hecho que pasa a tantos, el no sentirte ni escuchada, ni comprendida, más bien culpabilizada o molesta para el sistema, que ve en el enfermo crónico un lastre.

¡Seré yo señor!, que he salido como tantas veces he dicho un poco “rara”, mejor “mi dolor”, que no logro alcanzar esa relación o si la consigo es en un nivel muy bajo porque mi nivel de dolor siempre está ahí cual martillo hidráulico recordándome que estoy viva y al tiempo con dolor.

En consecuencia, no alcanzo a manejar el estrés, tanto como sería deseable, pero claro, esta afirmación no es aplicable a todo el mundo, algo estaré haciendo mal, aquí vuelve la indeseada culpa (como hace poco nos ha escrito una compañera de @pacientesquecuentan).

“Casi todas las situaciones que se nos presentan en la vida cotidiana tienen solución. Solo con pensar de esta manera ya empezamos a mitigar el exceso de estrés. Hay una serie de medidas prácticas para lidiar con este persistente enemigo incluso en tiempos de crisis: Ir paso a paso”, Enrique Rojas Marcos.

Tengo presente esta máxima anterior, si bien me estresa un dolor que se dispara con el simple hecho de comer o rozarme la cara la brisa del día, aunque respire hondo, y ralentice mi respiración, escuche música, busque una almohada en la que llamar a Morfeo, o acuda a mis “lectupíldoras”.

Me estresan las palabras vacías ante las que trato de poner cara de aquí no pasa nada, escuchando siempre la misma frase “no te pongas nerviosa que es peor” o “llévalo bien”. Palabras dichas desde el corazón y que se dicen sin pensar, si bien a veces duelen, ante las cuales debes hacerte una coraza frente a ellas y contra el estrés, porque no la venden en ningún sitio. La tienes que ir dándole forma día a día.


[1] Señalo esta opción porque fue una de las propuestas que me hicieron desde mi Unidad de dolor ante el cuadro de dolor neuropático complejo que padezco. Eso sí, hasta el momento me han dicho que debería buscar el clínicas privadas. Cuando desde una unidad, que no ha intentado otras opciones o puede derivarte a otra de referencia, te plantean que en tu caso la alternativa es la hipnosis, la verdad que deberíais haber visto la cara que se me quedo en ese momento. No dudo de que pueda ayudar, y de hecho se lo comenté a mi psiquiatra, que me conoce bastante mejor que en la citada unidad. Me dijo que no todas las personas son propensas o indicadas para esta técnica, y que no la veía para mí. Si queréis saber más sobre ella, podéis consultar el ya citado estudio, http://iasp.www.staging.cms-plus.com/files/Content/ContentFolders/Publications2/FreeBooks/GuidetoPainManagement_Spanish.pdf#page=37

[2]Es necesario actuar en ambos frentes, dolor y estrés. Como nos indican Mª. T. Almendro Marína, S. M. Clariana Martínb, S. Hernández Cofiñoc, C. Rodríguez Camposd, B. Camarero Miguele y T. del Río Martín: “cabe destacar numerosos estudios que hablan sobre una mayor efectividad terapéutica de intervenciones interdisciplinares que combinan el enfoque psicosocial con el tratamiento médico, frente a los que únicamente se basan en uno de los dos enfoques”, “Programa de atención psicológica al dolor crónico”, Revista Asociación Española Neuropsiquiatría, 2011; 31 (110), en línea: http://scielo.isciii.es/pdf/neuropsiq/v31n2/03.pdf.

4 comentarios sobre “Dolor crónico y estrés (Parte I).

  1. El dolor crónico y el estrés requieren de un gran autocontrol, pero, ¿en qué medida es posible alcanzar ese autocontrol que te garantice una calidad de vida aceptable?
    Creo que se le da a la persona un poder sobre sus emociones que no es tal, por ejemplo, si a ti comer te incrementa el dolor, difícilmente podrás no sentir miedo cada vez que comes, tu cerebro tiene memoria🤷🏻‍♀️. No es lo mismo practicar el autocontrol cuando no hay estrés ni dolor, que cuando ya se está metido en el bucle. Quizás el problema es el enfoque inicial, sí a un paciente con tu patología se le trata de manera multidisciplinar desde el principio seguramente gestionaría mejor los envites de la bestia, que sí lo has hecho por tu cuenta, aguantando lo indecible y pensando que tú eras una exagerada, que seguro que no era para tanto… El dolor cuanto antes se comprenda y trate, mejor, la demora sólo lleva a que, aunque tu enfermedad y dolor sean crónicos, cada vez te cueste más conseguir ese poquitín de autocontrol que te ayude en tu día a día. Yo te comprendo, nunca pensé que aguantar tanto dolor fuera en contra mía 😔.😘🍏

    PD: Te agradezco la mención🥰

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    1. Gracias Vero, uff el estrés de estos días. Como tan bien explicas qué difícil es llevar a cabo el necesario autocontrol y dosificar.
      Lo importante de un tratamiento temprano tanto a nivel de dolor como psicológico para que no se retroalimenten.
      Gracias por tus siempre generosas palabras, de las que curan. Y cómo no iba a tener presente tu estupenda entrada sobre la culpabilidad.
      Un abrazo💚😘🍏

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    2. Mi dolor crónico vive conmigo, no es mi amigo ni quiero q lo sea , un día entro en mi vida y partió mi vida x la mitad , intento llevarme bien con el pero cuando se pasa de la raya…. no puedo no lo soporto, intento controlar mi estrés mas diría yo mi nerviosismo, pero es un pez q se muerde la cola mas dolor mas estrés y así vivo con días buenos con dolor y con días pésimos con mucho dolor, pero ya no recuerdo un día entero sin dolor.
      También me he preguntado q he hecho mal?
      X q yo? X q a mi? Pero solo me sirve para estresarme xq yo convivo con mi estrés, no puedo evitar preocuparme x mis hijos , x sus estudios x mi marido x todo ya no veo tv x q me estreso, no voy de compras x q el ruido es insoportable, me estresa la música de las tiendas , me estresa el ruido escandaloso de un restaurante, me estresa mis hijos cuando hablan mas alto de la cuenta, me estresa un bus y el olor del bus , un súper , y cuanto más estrés mas dolor , el olor de un hospital, para q ir a mas médicos si la FM no hay cura solo opiacios para quitar el dolor , y mi pastilla de la alegria para q no piense siempre en lo mismo….. paciente o enferma FM y fatiga crónica y para mi reumatóloga otras cosillas más q andan conmigo. Gracias !!

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  2. Hola Belén, gracias por tu comentario. Tenía pendiente escribirte. Qué bien lo describes, el ruido, los olores, es un círculo y cómo no nos va a estresar el propio dolor.
    Nuestro umbral de aguante es muy alto, y todos vivimos con estrés pero ya tiene bastante nuestro cuerpo con hacer frente al dolor crónico del tipo que sea como para que controlemos el estrés y luego escuchemos que no hacemos lo suficiente. Yo por mi patología y otros igual, no soportan los ruidos altos, no puedo ir a una sala de cine, el sonido está demasiado alto o determinadas cafeterías con música, o ya la gente.
    Luego escuchamos que nos hemos convertido en asociales. Simplemente somos personas con una sensibilidad alterada por el dolor. Más si cabe cuando se tiene familia, y en la sociedad actual que todo tiene que ser para ayer. Solo espero que algunas de las técnicas que indico te puedan ayudar, no son siempre útiles para todos, es cuestión de práctica y del que llaman autocontrol. Cuando me controlen el dolor yo haré todo lo posible con el estrés.
    Un abrazo, Belén.

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