Una de las frases que siempre he utilizado durante mis años como docente era de un cirujano francés, Víctor Pauchet, que adaptaba a mi campo profesional y solía decirles a mis alumnos al comenzar o acabar el curso: “El trabajo más productivo es el que sale de las manos de una profesora contenta”.
El enunciado de la presente entrada también lo tomo prestado de una novela, en este caso de Pierre Lemaitre y que lleva el mismo título. En la misma nos relata la deriva que captura a Alain Delambre, un directivo francés de recursos humanos de cincuenta y siete años tras quedarse en el paro. Alain hará todo lo posible por encontrar un nuevo trabajo, entre lo humano y lo inhumano. Esta novela desarrolla con un excelente humor, sin olvidar la crudeza, el dolor y un realismo brutal el lado más inmoral del mundo empresarial y los efectos que puede provocar una situación de desempleo en una persona de dicha edad o de cualquier otra.
Como me ha ocurrido otras veces en las que he acudido a la literatura o al cine para ilustrar una entrada, la motivación de esta entrada parte no solo de mi experiencia personal, sino también de la de otros tantos compañeros, ya sea en la plataforma Neuralgia del Trigémino Spain (Facebook) o en la de #pacientesquecuentan de la web tu vida sin dolor, que sin quererlo nos vemos abocados a buscar trabajos adaptados a nuestra situación de enfermos con dolor crónico. Y cómo no, a no encontrarlo o muy a pesar nuestro a tener que renunciar a él, pese a que llegues a lo inhumano por seguir. Sí, se puede amar la profesión o detestarla, pero cuando ocurre lo primero la renuncia duele un poco más. Por esta y otras muchas razones he acudido a este epígrafe «recursos inhumanos», ya que me parece muy acertado para dar a conocer uno de los aspectos de la realidad social que acompaña al dolor, pese a que ya me haya referido a ella en otras ocasiones. No olvidemos que la discapacidad, que a muchos nos custodia por el hecho de tener una enfermedad, puede dar lugar a tantas situaciones personales como formas y caras tiene el dolor.
He de aclarar que acudir a dicha novela no es casual, no solo por el tema que trata, la búsqueda desesperada de un trabajo y lo que llega a hacer el protagonista, sino porque por circunstancias o no de la vida, leí la misma cuando yo también intentaba utilizar todos los recursos a mi alcance para mantenerme en mi puesto de trabajo. Mi profesión tan amada y vocacional necesitaba de una adaptación laboral real, prometida demasiadas veces y que cualquier empresa tiene o debería de tener, si bien ésta no ha llegado o mejor dicho no ha habido una voluntad por hacerla real, por lo que pasado un tiempo y tras una espiral de intentos que considero inhumanos por seguir, he terminado pasando al mundo de los retirados por incapacidad para tu trabajo. Alguno lo puede considerar una ventaja o suerte, pero todavía no he encontrado a nadie que me cambie su vida. No pasas a un retiro por edad y con cierta salud, sino que ésta ha fallado y te apartan del trabajo, que no solo es el sustento económico de muchos, también puede ser una válvula de escape para sobrellevar el dolor.
“No perdiste a nadie, te perdieron a ti. Recuérdalo siempre”.
Volviendo al tema del azar o las casualidades, quisiera comentar que con este autor, Pierre Lemaitre, me pasó al similar cuando descubrí otra de sus novelas, Nos vemos allá arriba, galardonada con el Premio Goncourt 2014. Esta novela es una emocionante balada a la capacidad de superación del ser humano y un retrato de una sociedad descompuesta por uno de los más crueles inventos del hombre: la guerra (ediciones Salamandra). ¿Por qué traigo a colación esta otra novela? Para darla a conocer y porque coincidió su lectura con una de mis primeras operaciones de mandíbula, cuando el protagonista de la novela, Édouard Péricourt, resulta ser un excombatiente de la Gran Guerra desfigurado al perder parte de su mandíbula. Precisamente mí talón de Aquiles para seguir trabajando, mi mandíbula y sus empeños en no funcionar y quebrarse me han alejado de mi vocacional trabajo como docente.
Pero esta novela solo es la excusa para conjugar dos realidades: por un lado, los denominados “recursos humanos” (RRHH) de las empresas privadas o públicas, y por otro el encaje que considero insuficiente y tantas veces inexistente, en la mayoría de los casos, de ciertos trabajadores discapacitados, en este caso por una enfermedad llamada dolor crónico, la cual merma tus facultades físicas pero no siempre tiene porqué apartarte del sector productivo de la sociedad, del mercado laboral.
He leído varios estudios sobre el tema y parece que no debería, en todo caso, quedar en manos de los poderes públicos la tarea de responder a las necesidades de estas personas con discapacidad. Las empresas también tienen que aprovechar esos factores productivos, cuando además los han formado durante años y han empleado una serie valiosa de recursos. Tampoco se tiene que decir que la empresa ha de suplir aquello que los poderes públicos no hacen, entre todos se debería de actuar y remar en el mismo sentido.
Solo hay algo más caro que formar a las personas y que se marchen, no formarlos y que se queden, (Henry Ford).
(Biblioteca pública de Nueva York
Construcción del Empire State)
Una pregunta: ¿No debería ser así?
José Manuel Gómez Hernández describiendo los recursos humanos (RRHH) señala: todos necesitamos de los demás y también los demás necesitan de nosotros. Por eso la división de trabajo, la especialización no han de fomentar el egoísmo personal sino la cooperación de las diversas profesiones y capacidades, etc., y en el mismo libro indica: cuando he pasado por estas experiencias de dolor personal, lo que a mí me ha ocurrido me ayuda a comprender a los demás cuando les está pasando y, al comprender a los demás, me comprendo también a mí mismo, porque el dolor y el sufrimiento no encajan siempre bien, y ciertamente nunca se encajan de una vez y para siempre: cuando vuelvo a pasar por la misma situación hay veces que me parece que de nuevo la paso por primera vez. Este aprender a aceptar no tiene nada que ver con la resignación (Recursos humanos: fundamentos del comportamiento humano en la empresa, ed. Encuentro, 1999).
Si crees que la formación es cara… prueba con la ignorancia, Derek Bok (abogado estadounidense y profesor de Derecho).
Siguiendo con lo anterior, entiendo que las empresas públicas o privadas no solo han de generar riqueza, tienen la función social necesaria del adecuado aprovechamiento e integración de las fuerzas productivas (Empleo y discapacidad: los departamentos de recursos humanos ante los nuevos retos para la integración de personas con discapacidad física , 2004, EOI). Tener una discapacidad puede suponer ver mermadas ciertas funciones pero puedes seguir aportando una labor acorde a tu situación. De hecho los departamentos de RRHH de las empresas mayoritariamente consideran que las personas con discapacidad pueden seguir desarrollando labores técnico profesionales en las mismas y que estén adecuadas a lo que ellas demandan, pero al final no contratan a esas personas.
Esa es la realidad a la que nos enfrentamos. Pero ante esa realidad como diría Denis Diderot (filósofo y escritor francés): Tienes que hacer que ocurra.
A lo largo de las entradas de este blog, he buscado o pretendo escribir desde mi experiencia personal y en este tema tengo mucho que decir. He dedicado mis últimos 25 años a la docencia e investigación universitaria, pasando para ello por todos los escalafones necesarios, investigando e impartido docencia en España y fuera de ella. En definitiva realizando un trabajo que desde el minuto 0 me encantaba pues lo elegí, en una palabra, lo amaba. Cualquier docente me entendería, pues es un cometido puramente vocacional, ya que debido a mi formación jurídica podría haber trabajado en una empresa privada con una mejor remuneración y quizá con una verdadera adaptación cuando la he necesitado.
Cuando mis problemas de fonación y en consecuencia las dificultades para impartir una docencia presencial se iban acrecentando acudí a los “recursos inhumanos”, pues así calificaría mi empeño por seguir haciendo lo que más quería, hasta que el cuerpo, que es más sabio, te da muchas señales de alarma que no atiendes, y entonces llega el golpe final. Como indico puse en marcha todos los medios y mecanismos a mi alcance para lograr una adaptación laboral que consideraba obligada y necesaria, pero la institución universitaria que ahora clama contra el envejecimiento de su plantilla, de la necesidad de capital humano preparado y cualificado ha preferido prescindir de un activo que podía desarrollar una labor investigadora o formadora de otra manera (docencia virtual), por pura dejadez, en una camino a la deshumanización y solo acudiendo a principios mal entendidos de eficacia y eficiencia en la gestión y otros que solo cuando estás dentro conoces y te entristecen pues detrás de toda esta maquinaria lo más valioso son las personas. Al final como en todo tendremos una universidad que se está desvaneciendo de sus primigenios valores.
Esta es mi situación personal y creo que la de muchos que ahora leéis esta entrada y ante ella te surgen muchos sentimientos, algunos poco saludables, como la rabia, la frustración incluso una culpa mal entendida. Pero también hay sentimientos de incredulidad y desesperanza porque todos ellos son humanos frente a lo inhumano que es el sufrimiento sin sentido. De nuevo toca hacer otro duelo más, primero por la salud perdida y ahora por tu vida laboral.
Extraño una parte de mí, esa que se fue contigo. No te voy a mentir, te extraño, te extraño como a nadie. Pero… de extrañar no se vive (Frágil, léase con cuidado, Fer Dichter, poeta colombiano)
Por mucho que se quiera o pretenda humanizar la medicina y no se vea o comprenda que el dolor sin sentido es inhumano, y por eso mismo hay un derecho humano su alivio, nos encontraremos con una lucha de fuerzas desiguales. No deberíamos estar en una discusión continua por buscar una cierta humanidad en este caso en los recursos laborales si estamos de sobra capacitados, pues bastante ya es dura la encomienda contra el dolor.
Este juego de palabras: inhumano versus humano que nos hace a muchos sucumbir en esos sentimientos de ahogo, angustia, ansiedad y en enfermedades depresivas por el incontable número de renuncias a una familia, a un hijo deseado, a un trabajo que desarrollabas o que nunca podrás hacerlo y a un largo etcétera que parece no tener fin. Y que ahora solo pediría no más presiones sobre el proceso de llevar este nuevo camino, porque el muro es débil y se ha caído demasiadas veces, mi dolor no es tu dolor. Aunque todos sabemos cómo terminaría todo esto.
Camina lento, no te apresures, que adonde tienes que llegar es a ti mismo, José Ortega y Gasset.
El lector puede pensar que es una suerte o eres un afortunado si has logrado un retiro por enfermedad, aunque yo se la cambiaría por su vida sin pensarlo, pero ¿qué ocurre si no puedes retirarte o jubilarte?, realmente ¿no podemos aportar algo de lo que hemos aprendido en una larga carrera profesional en otro ámbito o de otro modo? Porque abandonar es fácil, lo difícil es seguir.
Con el paso del tiempo solo observo que el dolor me arrebata algo más, que tengo que hacer un nuevo duelo, en este caso por un trabajo vocacional, pues una de las secuelas de este dolor o de otras patologías es que no puedes responder como antes a determinadas situaciones físicas, ya no eres de la de antes, pero sí desarrollar tu capacidad intelectual para la que estás sobradamente preparada.
Entre el decálogo señalado por Bernabé Tierno para ser feliz me gustaría destacar en esta entrada la siguiente premisa: Jamás te olvides de tratarte con ternura, de valorarte, de tenerte en gran estima y de aceptarte cómo eres. No esperes a que los demás te estimen y valoren. Empieza tú primero y continúa así a lo largo de tu existencia.
Hechas estas consideraciones, cualquier enfermo de dolor crónico o a mí particularmente, nos gustaría ser como aquellos discapacitados para los que no existen barreras a su desarrollo personal y profesional, incluso en el ámbito deportivo. Quizá el dolor que a nosotros nos ahoga también ahogue esa ansia o ese deseo. Quien sabe simplemente no encontremos una salida acorde a nuestra situación.
Mi asombro es proporcional al esfuerzo de quienes ya sea en el deporte paralímpico o en la vida diaria llevan su discapacidad hasta lo que calificaría como inhumano cuando no debería ser así. Tu discapacidad no la eliges como tampoco si conlleva dolor o no, no soy nadie para juzgar a la deportista paralímpica belga Marieke Vervoort, un ejemplo para millones de personas a través de su estoico desafío al dolor incesante durante 24 años a la que se le acabaron las fuerzas para seguir. ¿Qué es lo inhumano? No creo que su decisión, sino el dolor que llevaba soportando.
Finalmente me gustaría poder ser más escuchada o comprendida como ya señale en su momento, y no tener que atender a frases o expresiones hechas, que aun con cariño nos hacen sentir aún más frágiles, pues las palabras deben curar y no lastimar.
A todos los que estáis pasando un duelo por la pérdida de un trabajo o por no encontrarlo, os diría: Ni las victorias ni las derrotas son definitivas. Eso les da una esperanza a los derrotados, y debería darles una lección de humildad a los victoriosos, José Saramago.
Reblogueó esto en El dolor sí tiene nombre.
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No hay palabras que añadir😶, resumes mi procesoduelo. Comparto cómo no el colofón de la entrada, no nos queda otra.❤️💋
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Gracias Vero la tenía en mente hace tiempo, pero después de lo que hemos vivido muchos y los que les tocará a otros a ver si movemos sensibilidades. Dejar de trabajar cuesta en cualquier caso pero cuando es lo que más te gusta el nudo aprieta un poco más. Un abrazo virtual.
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Aunque no he vivido muchas de las cosas que mencionas me parece una entrada espectacular, no lo puedes relatar mejor… como dice Una sufridora más no hay palabras que añadir.
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Gracias Noemí, desgraciadamente yo caí en esos recursos inhumanos que espero que otros no tengan que acudir a ellos. Y eso se logrará cuando se piense que detrás de una enfermedad como ésta o de tu silla hay una persona maravillosa con ganas de aportar. Un abrazo
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Enhorabuena por el post en el que se conjugan a la perfección experiencia y sentimientos
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Gracias Ana
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Enhorabuena por el post, describes a la perfecion lo que siento. En mi caso lo he intentado varias veces. despues de tener a mi hija, ya no pude, trabajo y familia? imposible!
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Gracias Teresa es simplemente la realidad de los que vivimos con dolor continuo, los sentimientos coincidirán siempre. Un abrazo virtual
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Felicidades por tu post!!!
Describes perfectamente por lo que llevo luchando desde hace tiempo y no tiraré la toalla hasta que pruebe con todos recursos que tenga en mi mano. Gracias por expresar tan bien algo que muchos no llegan a entender.
Saludos
Sonia
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Gracias a ti Sonia, cuando amas lo que haces llegas a lo inhumano pero no olvides que al final lo importante eres tú. Yo tardé en darme cuenta.
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